Luego de casi una década hinchando las pelotas por el bicentenario, al fin llegamos al suceso tan deseado.
Siempre cuando esperamos una fecha con mucha anticipación nos creamos tantas expectativas que al llegar nos llevamos grandes desilusiones.,
Ocurre con la primera vez, que esperas desde los 4 años (la hormona del pollo te pone hot desde chico), y que tarda más de una década en llegar .Bueno, depende de la suerte que tengas y de la cantidad de espinillas en la cara.
Son años de preparación mental y manual .Las películas pornos se convierten en el profesor puertas adentro de cada noche.
Pero cuando llega el momento, ni uno es una maquina sexual, ni la chica te dice cochinadas con acento de España, y tampoco de la nada aparecen tres colegialas de treinta años a sumar a la fiesta.
Lo único que se podría aparecer es la mascota de la casa o el remordimiento.
O cuando esperas que tu equipo, de esos que nunca ganan nada, triunfa.
Lo espera por años, haces mandas a santos de dudosa reputación, y cuando ocurre, te vas a celebrar, te curas, vomitas, tienes sexo con una desconocida que termina embarazada, y a amaneces con la media caña al otro día, por lo que al final s no disfrutas nada.
Otro ejemplo sería el estudiar para ser profesional.
Inicias los estudios con amor y vocación, te sacas la cresta durante años, te quemas las pestañas, le haces la pata (o pete) a profesores, y cuando terminas, nadie te da trabajo porque nunca te diste cuenta que estudiabas una carrera con campo laboral saturado o estudiaste una carrera falsa en una universidad falsa (puede pasar eh).
Con el bicentenario pasa lo mismo.
Cuando se dieron cuenta que nos acercábamos a los 200 años, a inicios del tercer mileno, y se decidió lanzar esto de Chile Bicentenario, yo pensé que al llegar el mes de Septiembre del 2010 las cosas iban ser diferentes.
El país ya iba estar en pleno desarrollo, la pobreza iba a desaparecer, íbamos a crecer con igualdad (Lagos contigo¿?), tendríamos a el primer presidente gay, la cueca desplazaría de las radios a la cumbia y el reggeton, el gobierno estaría llenos de personas apellidos González y Tapia, los equipos chilenos disputarían las finales de las copas internacionales, Pinochet estaría secándose en la cárcel y luego de 200 años viviendo en el país más sísmico del planeta íbamos a aprender al menos a advertir que una evidente ola de 20 metros se acerca a nuestras costas.
Pero nada de eso pasó.
El país sigue tal cual, con la misma brecha entre ricos y pobres, tenemos al primer presidente… pero de ¡derecha! en 50 años, las cuecas no suenan ni en el 20% de música chilena en la radios, el gobierno está lleno de apellidos Von Baer, Golborne, Mañalich, Solminihac Tampier, Pinochet fue cremado, así que ni para abono sirvió, y nos damos cuenta que una ola devastó las costas del país a las 5 horas de sucedido el hecho.
Al parecer el bicentenario tiene que ver con cosas menos importantes.
En realidad nadie llega su cumpleaños esperando que para esa fecha la vida haya cambiado totalmente.
Dudo que alguno piense: para mi cumpleaños estaré flaco con calugas, para mi cumpleaños seré millonario, para mi cumpleaños reconoceré que soy impotente, para mi cumple salgo del closet, para mi cumpleaños me entrego a la policía, para mi cumpleaños inicio una huelga de hambre, para mi cumpleaños cierro mi facebook, para mi cumpleaños pateo a mi polola, para mi cumpleaños intentaré ser TT en twitter o para mi cumpleaños reconoceré a mis hijos dispersos en el país.
En nuestros cumpleaños no hacemos más que celebrar que la madre naturaleza, los signos de transito, las vacunas y el sexo con condón, nos han permitido mantenernos vivos con cierta dignidad y mucha suerte.
El cumpleaños de un país es lo mismo.
No es el momento para cambiar algo, esperar o darle un vuelco total a la historia..
Es sólo la instancia para celebrar que gracias a la placa de nazca y sudamericana, un par de guerras, unos limites medianamente bien definidos, una dictadura, la seudo democracias, una constitución medianamente coherente, unos tratados de libre comercio al parecer convenientes, explotación de materias primas agotables, el hacernos los weones con temas relevantes y una que otra adquisición de aviones de guerra, hemos podido llegar a los 200 años en un territorio con el mismo nombre sin muchas bajas.
Y el merito es ese, como con tan poco, logramos llegar a los 200 años.
Y como las celebraciones no son sólo palabras, nos autoregalamos banderas gigantes sin sentidos, inauguraciones a media de centros deportivos culturales, fuegos artificiales de 15 minutos, juegos de luces muy bonito proyectado en la moneda y un par de feriados más en el calendario, para que no se note pobreza.
Aunque no pierdo las esperanzas que para los 300 años logremos avanzar un poquito más en las cosas importantes.
Pero bueno, eso lo sabrán los afortunados que al abrir la capsula bicentenario se enteren que alguna vez en este país arenita le dijo a karol Dance que la tenía chica por web cam.
Los envidio chilenos del futuro.
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