Antes que me acusen de plagio, reconozco con hidalguía que
me inspiré en el gran Ricardo Arjona, que tiene un tema que se llama “historias
de taxi”, razón por la que llamé a esta entrada "historia de bus".
Bueno, yo no soy Arjona (no va a temblar), así que no vayan
a pensar que me tiré a una mina. Tampoco le besé hasta la sombra, ni nada
parecido. Básicamente esto tiene dos
cosas en común con la canción del trovador: se desarrolla sobre un vehículo y
trata de una mujer.
Era un viaje normal. Llegué con algo de anticipación al bus,
así que pude dejar mi bolso “estratégicamente” ubicado entre otro montón de
bolsos similares, para así evitar que cuando tenga que retirar mi bolso lo
encuentre solo cuando queda la rueda de repuesto en el maletero (al final eso
pasó).
Me senté en el bus, al lado de la ventana, como siempre.
¿Por qué ventana y no pasillo? Tengo un problema hereditario terrible: cabeceo
cuando duermo. Sí, he visto a mi mamá cabeceando y me he cagado de la risa, así
que prefiero cabecear y darme contra la ventana, que hacerlo hacia el pasillo y
que todos me vean.
El bus comenzaba a salir del andén, cuando se detiene. Veo
que la gente del otro lado mira, y yo copuchento, me paro, pero no veo nada.
A los pocos segundos escucho quejidos (no sexuales, les
recuerdo que estoy en un bus, enfermos). Pasan un par de minutos, cuando veo
subir, muy a mal traer, a una treinteañera. Venía llorando. Lo logró, llamó mi
atención.
La tipa se sienta y sigue sollozando…
- ¿Qué le pasó? Le pregunta una vieja tan o más copuchenta
que yo
-Venía apurada, corriendo y me caí de poto- dijo entre
lágrimas
En eso aparece el auxiliar de bus, que muy gentilmente le
pregunta por el estado de su poto…
- ¿Se pegó fuerte?
-Sí. Le responde la accidentada.
-Es que hay mucho aceite en el cemento, es resbaloso- le
dice el auxiliar tratando de consolarla, o quizá, intentando hacerla ver que
fue muy aweonao correr por el terminal.
El bus ya lleva varios minutos en las modernas carreteras
chilenas, pero la accidentada sigue quejándose. El auxiliar vuelve en acción y
le da un vaso con agua. Dos dudas me vienen a mi mente:
¿De dónde chucha sacó un vaso con agua?
¿Se la querrá pisar este weon? Quizá, y con algo de suerte,
le termine besando hasta la sombra, parafraseando a don Ricardo.
El vaso con agua la calma un poco (quizá algo le echó el
auxiliar para drogarla), hasta casi deja quejarse, incluso hace un poco el
asiento para atrás, para disponerse a ver alguna película pirateada del cine,
cuando la calma se interrumpe por un llamado telefónico…
-Aló aló... Emilio (cambié el nombre para ocultar la
verdadera identidad del aludido). La tipa cambió de su voz quebrara y triste, a
una voz dura y enojada…
-¡¡No vengo más sola a Santiago!! Escuchaste, Emilio,
no vengo más sola (quizá quería que Emilio la viera caer)
-Me caí po, por andar apurada haciendo los trámites. Llegué
justo, el bus se iba, y me caí – a esta altura, casi gritando y furiosa.
-Me caí, no vengo más sola, Emilio, escuchaste, no vengo más
sola – dice de nuevo
Su furia aumenta mientras habla: ¿me escuchai? No no no, no
me refiero a eso…escucha po…escucha… .
- Emilio, no estoy hablando de eso, no tiene nada que ver, escucha... escucha ..ya ya ya ya, chao”, y le corta.
Y en ese momento me pregunto ¿Qué culpa tenía el bueno de
Emilio de que se sacara a chucha? ¿Será su pololo, novio, esposo, amante? ¿Por
qué el hermoso Emilio (me lo imagino hermoso) le aguanta?
El bus continúa, para
en varios peajes que financian esas
modernas carreteras, cuando de pronto, la mina agarra su celular ¿A quién
estará llamando? Me pregunto ya sabiendo de antemano la respuesta
-Aló…Emilio, sí sí… estoy mejor, sí sí… Parece que se va
abuenar con el masculino (así debe ser, por su nombre) de Emilio, pienso.
Continúa conversando, ya no tan enojada, pero con una voz
que muestra siento rencor. Le cuenta cómo se cayó, y como su poto se hizo cagar
en el cemento del terminal. Mientras más explica cómo se cayó, más se va
picando de nuevo…
-Sí po, y me caí, por andar apurada, por andar haciendo
trámites, y me duele mucho todavía po - le dice, más bien, le grita.
Y todo termina con un: ya ya ya, si tu sabis a qué hora
llego. No te tengo para qué andar llamando, ni avisando, si tú sabes a qué hora
llego po, Emilio… y le vuelve cortar.
La cagó. Reflexiono(?): ¿Por qué el pobre Emilio se convirtió en el
victimario de su sacada de chucha? ¿La mina está loca? Espero Emilio la patee
por loca (o le pegue, como el trovador a su señora). No merece a una mina así…
El bus para en Los Vilos, destino de la accidentada. Se baja
con evidentes muestras de dolores…El auxiliar la ayuda, quemando su último cartucho para ver si cae en sus brazos...Me paro para ver qué sucede fuera del bus...
¡Adivinen!
Ahí estaba Emilio, guapo y varonil como me lo imaginé…
Se miran, se abrazan,
se besan, y decido no mirar más…
Par de weones.