El Resumón profesionales en la desinformación

viernes, 20 de febrero de 2015

La historia de un crimen

soy casi tan malo como él

No es fácil para mí confesar esto.
Yo era una persona normal. Soy el octavo de siete hijos (?). Era el  favorito de mi abuelo, aunque él nunca me miró con cariño. Bueno, era ciego, pero eso son detalles.
Aparte de eso mi infancia transcurrió como el de cualquier niño en Chile. Abusado por el cura de la ciudad, estudiante de educación pública (se nota en mi forma de escribir)  y víctima de la alegría que no llegó. No me estoy justificando por lo que hice, solo contextualizo mi realidad.
Hoy el remordimiento me está matando. Yo nunca quise dañar a nadie. Me siento como el Chacal de Nahueltoro, como el mamo Contreras, como el psicópata de Alto Hospicio, o peor, como Hugo Tocalli. En realidad exageré, Tocalli no tiene perdón de Dios.
Me costó ganarme el cariño de mi familia y lo arruiné sin darme cuenta, literalmente, en un pestañeo.
Soy un asesino. Sí, maté, pero sin querer queriendo. Fue un error involuntario L
No estaba bajo el efecto del alcohol ni de alguna droga. Puta, eso es triste, esto de estar sobrio es imbancable.
No me quedé dormido al volante. Puta, eso también es triste, porque así como voy nunca tendré auto.
Tampoco maté por celos. Mierda, eso es lo más triste de todo, porque estoy soltero hace tanto que un  femicidio no está en mis posibilidades.
La forma en la que maté es brutal. No fue a martillazos, ni a hachazos, ni a balazos (todas opciones más humanitarias)…. Maté a portazos.
Pasó así: iba tranquilo a la cocina, pero la puerta estaba cerrada. Al abrirla me encuentro con mi mamá. Me mira, la miro, nos miramos, se le cae un plato por mirarme, me cago de la risa...
 Mi mamá me dice: “Cuidado, se va a salir de la cocina”. De inmediato me apuro a cerrar la puerta, pero siento que no cierra.
Escucho un grito, un grito desgarrador, un grito desde el alma. Mi corazón se detiene, miro. Ahí estaba, aprisionada con la puerta.
Mi mamá  grita: ¡¡ la mataste, la mataste!! No atino a decir nada coherente, como un UDI defendiéndose en el caso Penta.
¿Dónde está?- Me pregunta mi mamá. Miro, y ya no estaba: “No sé, no sé, solo sé que nada sé”- le respondo.
Era la más querida de la familia. Cuando mis padres se dieron cuenta que depositar cariño en sus hijos no les retribuía nada, decidieron entregarles todo ese amor a ella. Y yo. YO, la acababa de asesinar de una forma cruel.
Corro llorando a mi pieza. Huyo cobardemente, pero como todo asesino, vuelvo a la escena del crimen. Ahí estaba mi madre con ella en sus manos. La veo mal, con la mirada perdida. En realidad, eso de la mirada perdida era normal en ella.
Mi mamá la acuesta, y yo prefiero irme a la pieza. Luego mi papá se acerca y la mira con compasión. Ni cuando yo me enfermo vi a mi papá tan acongojado. Luego mi hermano menor va a mirarla. Entra a mi pieza y me dice: “eres un weon asesino”.
Confieso que nunca le tuve cariño, pero eso no quiere decir que la quiera matar. Soy algo descariñado, pero valoro la vida, como las personas que defienden a los perros salvajes pero que celebran cuando matan a un “flaite”.
Todos se van a dormir y voy a verla. La miro y camina raro, respira raro, me mira raro. Creo que se va a morir, y me convertiré en un asesino, y peor, toda mi familia me odiará, porque en estos dos años de su presencia en nuestra casa se ganó el cariño de todos, en base a su carisma, a su graciosa capacidad de echarse comida en la boca y a su tierna forma de limpiarse la cara.
Pensar que superó una infancia terrible: tenía 7 hermanos, pero 5 de ellos fueron COMIDOS POR SU MADRE a los pocos días de nacer. A pesar de eso siguió viviendo alegre, hasta que yo lo arruiné todo.
De corazón espero que la hámster no se muera, pero la veo mal.
Pd: estoy cachando que quieren más al hámster que a mí. Debí cerrar la puerta más fuerte
Actualización
El 29 de enero de 2015 la hámster falleció,  días después del “accidente”.
Nunca me gustaron las mascotas. Los hámster no me generan cariño. Pero puta, en el fondo, la tristeza me embarga. Fue mi primer homicidio. Para la segunda vez, supongo, ya no dolerá tanto.
¡¡Cuánto te entiendo, Martín Larraín!! #todospodemossermartín
Perdón “niñita”, de verdad no quise hacerlo :/
Actualización 2

Y  pasó lo que temía. Saliendo de mi casa pisé un caracol. Soy asesino en serie. Y lo confirmé: el segundo asesinato no dolió tanto, aunque me  dio mucho nervio sentir el “crash” del caparazón 

                                                                             2013-2015 :(

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